Cuernos en mi recamara

Como ya les había platicado en mi relato anterior, Mario se volvió mi amante y así hemos estado sin que hasta el momento mi esposo se haya dado cuenta de mi infidelidad.

En cierta ocasión me comentó Javi que quería invitar a Mario a casa para ver el box, creo que iba a pelear un mexicano en Las Vegas. Me preguntó si yo tenía algún inconveniente, por supuesto le dije que no había problema por mí.

Llegó el sábado del evento, pero intencionalmente le pedí que desde muy temprano fuéramos al súper a comprar bebidas y botanas para la noche. Mario ya había confirmado su asistencia, por supuesto que no podía faltar. Es más, me había pedido verme en pantimedias oscuras y mezclilla.

Mientras comíamos procuré que mi esposo comenzara a tomar, para que cuando llegara Mario fuera todo más fácil, afortunadamente lo logre, pues a Javi le encanta la cerveza.

Terminando de comer se tomó algunas copas de tequila y obviamente yo tuve que acompañarle, la idea era emborracharlo. Después de lavar los trastes me fui a duchar, al salir preparé mi atuendo, el que quería Mario que yo vistiera. Una blusa delgada de tres botones y oscura, por supuesto que no me puse sostén, unas pantimedias nuevas en color negro, una minifalda de mezclilla y unas sandalias abiertas; por cierto, tampoco usé ropa interior, así me lo había pedido mi macho.

Justamente como a las 7 de la noche llegó Mario y de manera muy disimulada me saludó mandándome un beso y cerrándomelos el ojo. Javi estaba bastante alegre a esa hora y en seguida les preparé las primeras copas. A Mario se la preparé muy ligera, pero a Javi se la di doble. Poco antes de que la pelea comenzara Javi ya estaba a punto de dormir. Mario le obligó a tomar la última copa pero mi esposo ya no respondía.

Cuando vi eso, en seguida me abalancé a los brazos de Mario. Con las copas que me había yo tomado, me sentía un poco alegre y muy motivada. Lo abracé del cuello y lo besé intensamente; él puso sus manos inmediatamente en mis nalgas e intentaba subirme la falda. Me acarició las nalgas y me las apretaba. Le dije, te gustan papi? son tuyas solamente. Me preguntó, y cuantas veces te cogió él en esta semana?, le dije, no te preocupes amor, el sábado de hace una semana fue la última vez que me toco, en esta semana me quedé limpiecita para ti.

Me dice, porque no lo llevamos a tu cama para que no nos moleste; le dije, ok, ayúdame entonces. Con trabajos lo levantamos y lo llevamos a la recamara. Lo acosté a un lado de la cama, donde le corresponde. Me dice Mario, quiero cogerte en tu cama; le dije, entonces para que lo trajimos? Me dice, no así está bien, te cojo a un lado para pintarle bien los pinches cuernos.

Entonces me senté en la cama del lado que me corresponde, se acercó a mí, le desabroché el pantalón, le bajé el bóxer y me metí su verga en mi boca, mmmmm, que delicia, ya la traía bien parada y dura.  Se la mamé un buen rato hasta que me dijo, quiero mamarte la panocha. Se hincó, me abrió las piernas, me rompió las pantimedias y comenzó a meter su lengua en mi intimidad.

Jugaba de manera profesional mi clitoris hasta que me sentí muy mojada. Me levantó y me pidió que me quitara solo la falda y la blusa, me quedé solo con las pantimedias puestas y mis sandalias.

Me puso de perrito en la cama, se puso detrás de mí y de una sola estocada me dejó ir toda la verga hasta el fondo de mis entrañas. Sentí la gloria. De repente me sujetó del cabello y me lo jaló hacia atrás y cada vez que me jalaba del cabello me empujaba su verga. Me sentía una perra, una puta, me sentía usada por él, pero por alguna razón eso me excitaba sobremanera. Me empujaba tan fuerte que parecía que quería que la cama se moviera tanto como para que mi esposo se despertara, aunque eso no sucedió; él estaba muy borracho.

Sus palabras me calentaban mucho, me decía mira como te ves, como una puta frente a tu esposo, apoco no te come como yo? te gusta ponerle los cuernos? eres mi perra y mi puta o eres de él? yo solo le contestaba, soy tu puta mi amor, solo tuya, hazme lo que quieras, cógeme como quieras, vente en mí, échamelos todos.

Se salió de mi, me pidió que me levantara de la cama. Ël se acostó junto a Javi y me pidió que me montara en su verga. Primero se la mamé. Cuando se la estaba mamando ,e decía, te gusta la verga? me encanta la tuya, mi esposo la tiene chiquita. Te gustaría que te atendiéramos entre dos? Le dije, como tu quieras papi, lo que quieras lo hago, pero cógeme rico. Me dijo, entonces voy a hablar con un amigo para que entre los dos te podamos coger como lo mereces, te parece? Solo contestaba si, dame verga, eso me gusta, eso quiero, si quieres verme cogida entre más yo te obedezco, soy tu esclava, tratare como quieras.

Me monté en él y me movía despacio al principio, después me excito ver a mi esposo acostado a un lado de nosotros. Le puse mi mano en su brazo de Javi y comencé a moverme tan fuerte que mi macho no aguantó y explotó su verga dentro de mí. Me quedé quieta pues también me estaba viniendo. Me desplomé en los brazos de Mario hasta que terminé bien. Nos besamos mucho rato y después me dijo que se tenía que ir, que su esposa había andado molesta en la semana; le dije, no te preocupes amor, vas bien limpio. Me levanté y le mamé la verga hasta quitarle todos nuestros jugos.

Se vistió, lo acompañé a la puerta, nos despedimos con un gran beso y le dije que esperaría su llamada, pues quería llevarme a coger a media semana, le dije, soy tu puta mi amor. Me dice, pues como una buena puta comparte unas pantimedias de color Rosita, sacó un billete de 200 y me dijo, eso es lo que cobran las putas. Solo me reí, le recibí el dinero y se fue.

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